Un hombre llevaba meditando durante más de ocho horas bajo un árbol cuando, de pronto, se le acercó un mendigo para pedirle un poco de limosna. Y claro, lo despertó de su meditación.
-Márchate, tonto -le dijo malhumorado-. ¿No ves que has interrumpido mi meditación?
-Es que tengo mucha hambre, por si pudiera usted darme algo.
-¡Llevaba más de ocho horas meditando, buscando mi unidad con Dios y me has hecho fracasar! -le gritó.
-¿Y cómo intentas buscar la unidad con alguien tan grande como Dios si no eres capaz de sentirte unido a mí que me estoy muriendo de hambre? -le contestó el mendigo mientras se marchaba.
Cuento sufí