Dijo el anciano:
– Siento dolores muy fuertes en la espalda. Quiero moverme como antes pero no puedo hacerlo.
– Es por tu avanzada edad – dijo el médico.
– Ya no estoy en mis cabales. Pierdo la memoria y olvido las cosas.
– Sí, porque eres viejo – dijo el médico.
– También estoy perdiendo la vista.
– Es la vejez – dijo el médico.
– Y me cuesta digerir lo que como.
– Desde luego, ya no estás en edad de comer cualquier cosa – dijo el médico.
– Siento que mis manos tiemblan. Ya no me responden como antes.
– Es normal, eres viejo – dijo el médico.
De repente, el anciano se enfadó:
– ¡Idiota! Pero ¿qué me cuentas? ¡Eres más ignorante que un burro! ¡Dios ha creado remedios para todas las enfermedades, pero tú los ignoras! Todo lo que me dices es que soy viejo.
– Sí – dijo el médico. Y por eso te enfadas.
Muchos problemas no tienen solución; simplemente nos invitan aceptar nuestra realidad y aceptar nuestras limitaciones.
Cuento sufí, Omar Kurdi y Pedro Palao Pons, “Cuentos sufís, la filosofía de lo simple”