Amanezco hoy con una actualización en esa maravillosa red social llamada Linkedin, escrita por el jefe y dueño de una agencia de publicidad acerca de la polémica de C. Tangana, Pans & Company y la petición de boicot del cantante por los impagos y un exiguo sueldo de 500 euros.
No me sorprende que este sea el tercer artículo sobre esta polémica que leo a un director o alto ejecutivo de una agencia y que las conclusiones siempre sean las mismas, sin atisbo de vigas en ojo propio. Tampoco espero milagros, pero sí que me alucina esa separación que muchos expertos en publicidad, mayoritariamente ejecutivos, hacen de la publicidad y de la vida real en un sector que no para de abanderar la autenticidad y la humanización en su trabajo y en sus trabajos.
Entendámoslo, que Tangana trabajase en un Pans o en un McDonalds o en la Agencia de publicidad BBDO Getafe con un sueldo precario es una cuestión de azar en un país que lleva 4 décadas generando sueldos de miseria para los más jóvenes y todo ello, no lo olvidemos, con el negocio de la publicidad a la cabeza de una precariedad que, más que un fenómeno puntual, es un leitmotiv sectorial.
Es tremendo, indignante y terrorífico también, leer a directores de agencias como este al que antes mencionaba y en cuya agencia trabajé, elaborar sesudos análisis de branding y demás zarandajas sobre este caso y sus consecuencias reputacionales mientras sacan adelante su negocio impulsados por la precarización vital y económica de sus empleados, pagando incluso peor que Pans & Company por muchas más horas de trabajo, como ocurre en este caso concreto. Os lo puedo decir de primera mano.
El problema es que esta gente cree que la dignidad de tus trabajadores no debe ser protegida para velar por ellos, sino para proteger la imagen del que paga. Pocos casos han revelado mejor el cariz de una industria y no solo la de sus jefes, sino la de muchos de sus empleados que sueñan con llegar alto en sus agencias, que la matraca de Tangana & Pans.
Puede que la publicidad española esté consiguiendo humanizar a las marcas. Lo de humanizar a los que manejan sus hilos, eso ya lo dejamos para otro año.
O para otro siglo.