Extracto de Plantéate Esto de Chuck Palahniuk
¿Fue Kierkegaard? ¿Fue Heidegger? Algún lumbrera por el estilo señaló que la gente decide ya desde muy joven la naturaleza de su mundo. Y diseña una forma de comportarse en él que la conduzca al éxito. Si la gente te elogia por ser un niño fuerte, inviertes en tu fuerza. O bien te conviertes en la niña lista. O en el niño gracioso. O en la niña bonita. Y eso te funciona hasta que tienes unos treinta años.
Terminada tu educación, te das cuenta de que la forma que elegiste de ganar en la vida se ha convertido en una trampa. Y una trampa que ofrece cada vez menos recompensas. Eres un payaso al que nadie se toma en serio. O bien eres una reina de los concursos de belleza que empieza a hacerse mayor. No tienes más remedio que admitir que tu identidad fue una elección, y entonces elegir otra. Pero sabes que esa segunda estrategia nunca tendrá la misma pasión que la que elegiste en la infancia. Ahora eres especialmente consciente de que esa identidad es algo que eliges. Y sabes también que se termina gastando. Por todas partes hay libros de éxito que hablan de personajes que usan su juventud y belleza para conseguir un bien matrimonio; luego usan esa unión para conseguir una educación, y a su vez usan eso para obtener riqueza. Los libros como La feria de las vanidades, Lo que el viento se llevó o El gran Gatsby describen a arribistas sociales que navegan en sentido ascendente por el mundo a base de empeñar cada recurso que tienen para conseguir otro recurso mayor.
La otra decisión que pueden tomar el niño gracioso o la niña bonita es negar la elección. Seguir viviendo de acuerdo con el patrón de éxito que ellos mismos establecieron. Pero ahora que se reconoce la trampa, el niño gracioso se vuelve un tipo sarcástico y amargado. Es el artista ingenioso, hundido y bebedor que vive para infligir daño a los demás. La niña bonita se convierte en la reina malvada de Blancanieves, deseosa de destruir a cualquier chica que pueda ser más guapa.