Y dentro, también, que hay que empezar por ahí. Pero lo de los partidos que tratan de romper ese turnismo casi decimonónico que padecemos, es para llevarlos a una asesoría cualquiera a ver si, hablando con la secretaria, o con la señora de limpieza, son capaces de diseñar una estrategia de partido que parezca un poco mejor que la que elegiría un chimpancé ante una pantalla de colores.
Empezamos por donde queráis. Ciudadanos, por ejemplo.
¿A quién se le ocurre estar en la posición en que estuvieron y decirles a sus electores que votarlos a ellos era como votar a Ecoembes, porque su voto se iba a reciclar o más probablemente a incinerar? ¿Qué clase de cálculos hicieron en sus conciliábulos para tomar las decisiones que tomaron? ¿Y quién tomó esas decisiones? El amo o el enemigo, o ambos. Otra cosa no se entiende.
Luego tenemos a los de Vox, que van de culo, cuesta abajo y sin frenos, por una especie de afán de autoinmolación. Parece que no les queda claro que sus votantes son los del PP, esa parte del PP que cree que los dirigentes populares son unos pichaflojas y unos vendidos a la trinchera cultural zurda, junto a todo un montón de españoles de clase obrera que se siente nacionalista español y conservador en lo social. Y en vez de nadar entre dos aguas y atraer a toda la inmensa horda de rojipardos que votan a la izquierda, se enrocan bajo palio y disparan caspa franquista. ¿Cómo creen que por ese camino les va ir mejor que Blas Piñar, que por cierto era mucho mejor político que Santiago Abascal? La esquizofrenia del partido, de la que ya hablé el otro día, les obligaríaa manejar una fuerte transversalidad, pero en vez de eso parece que quieren destilar las esencia del Varon Dandy y eliminar a todo el que no sea lo bastante cristofascista para unirse a su procesión. Y se meterán la hostia, como corresponde.
¿Y qué decir de Podemos? Les atacan, les machacan, sí, lo que queráis, ¿Pero no hay alguna manera de guardar un rato el piolet para no dar el puto espectáculo lamentable que están dando? Mareas, Sumar, Podemos, grupos de presión animalistas, ecologistas, feministas (estas a saco) y el ego ciputado y viril de Pablo Iglesias, que embiste como un Victorino a cualquiera que se atreva a llevarle la contraria. No es de extrañar que Yolanda, comunista de toda la vida, les acabe pasando por encima, proque tendrá o no razón, pero al menos tiene un poco de disciplina y entiende que un partido político no es un club de tenis. ¿Cómo piensan que dividiendo un electorado ya de pro sí escaso van a conseguir nada? ¿Cómo creen que sancionando y expulsando a todo Cristo van a aglutinar voluntades?
A veces pienso que todo estos partuidos los funda alguien, una mano negra, que pretende sostener el bipartidismo a toda cosa. Luefgo recuerdo que eso es una magufada conspiranoica y se me pasa. Se me pasa, pero no mucho.