Casi todo el mundo conoce el Boletín Oficial del Estado, ese periódico editado por, valga la redundancia, el Estado, en el que se publican las leyes. La función del BOE está recogida por la Constitución en su artículo 9.3 en el que se dice que “La Constitución garantiza… la publicidad de las normas”.
Seguro que el lector más avispado se habrá dado cuenta de que la Constitución actual data de 1978 y en el titular he prometido un periódico viejuno.
¡Flashback! ¿Sabías que el Boletín Oficial del Estado se llama así desde 1936? En realidad, lo que se produjo fue un cambio de nombre de la cabecera, y hasta ese momento el lugar donde se publicaban las normas del Estado era la Gaceta de Madrid, fundada en 1661 y que desde 1886 ya solo publicaba “documentos de interés general”.
La Gaceta de Madrid
Tras la invención de la imprenta, los procesos para imprimir libros se fueron simplificando y ya en el siglo XVII era posible utilizarla para difundir noticias en gacetas o en papeles volantes, que se intercambiaban entre viajeros y que se difundían sobre todo en la ciudad donde se originaban. No se parecían en absoluto con los periódicos actuales, más allá de que contaban algún acontecimiento e incluían historias de ficción, poemas y hechos más o menos contrastados.
En su primera aparición la Gaceta de Madrid tenía el sencillo nombre de Relación o gaceta de algunos casos particulares, así políticos como militares, sucedidos en la mayor parte del mundo, hasta fin de diciembre de 1660. Es en 1667 cuando toma el título de Gaceta Ordinaria de Madrid y ya se vuelve mensual, y en diez años pasa a ser de publicación semanal.
Cuando el Estado se da cuenta de la importancia de poseer un medio
Al avanzar el siglo hay cada vez más gacetas y periódicos que compiten por vender las noticias más interesantes y Carlos III, que era un rey bastante espabilado, decidió otorgarse a sí mismo el privilegio de imprimir la Gaceta en 1762 “para que el público lo tenga con mejor papel y con noticias más frescas”. Desde ese momento, fue el medio oficial de la monarquía y servía para expresar sus opiniones y leyes.
Por supuesto esta Gaceta era de pago (de hecho consultar el BOE era de pago hasta relativamente poco) y su precio iba disminuyendo conforme transcurría el tiempo desde su impresión:
• las que se vendían el lunes por la noche, 10 cuartos cada una;
• las que eran remitidas los lunes, 90 reales de suscripción anual;
• las que eran remitidas los martes, 60 reales de suscripción anual;
• las que se vendían sueltas todos los días de la semana, excepto lunes, 5
cuartos por ejemplar;
• y las que vendían los ciegos, 4 cuartos por ejemplar 11.
A partir de 1836 los decretos, órdenes e instrucciones que dicte el Gobierno se considerarán de obligación desde el momento en que sean publicados por la Gaceta, tal y como sucede ahora (aunque ahora tienen unos plazos para entrar en vigor y no tienen validez inmediata). Para 1886 ya no quedan noticias en la Gaceta y solamente se publican Leyes, Reales Decretos y Reales Órdenes.
En 1910 la Gaceta pasa a adoptar como subtítulo Diario Oficial de la República y es en 1936 cuando ya pierde definitivamente el nombre de Gaceta de Madrid para quedarse con el que conocemos actualmente: Boletín Oficial del Estado.