El drama que hoy vive Francia empezó hace tres semanas como una protesta de la clase media empobrecida, de pueblos y ciudades pequeñas, por el anuncio de que iban a subir los combustibles. Se les fueron sumando centenares de personas con aspiraciones rotas y un poder adquisitivo menguante. El chaleco amarillo es lo único que les une: son un totum revolutum de estudiantes, camioneros, agricultores, autónomos, de izquierdas, de derechas, desafectados, pacíficos, violentos…