Así es como los medios y las organizaciones humanitarias han llamado a las guarderías piratas en Tel Aviv donde refugiados africanos dejan a sus menores, en condiciones miserables, mientras salen a trabajar. En lo que puede ser un refugio antibombas convertido en apartamentos en Tel Aviv, la capital comercial de Israel, hay un espacio oscuro, húmedo y maloliente donde suena música a todo volumen para ahogar el miserable llanto de lo que, en ocasiones, suelen ser hasta 100 menores a cargo de apenas un par de niñeras sin preparación.