Los cuatro cadáveres localizados el jueves por la noche en una barca neumática que permanecía a la deriva a once millas de Cartagena corresponden a cuatro mujeres magrebíes, de unos 30 años, que murieron a comienzos de la semana por la falta de alimentos y agua, en su viaje hacia la costa española. Los investigadores de la Guardia Civil sospechan que formaban parte de un grupo más numeroso de inmigrantes, pero intuyen que el resto de pasajeros -hasta una decena y que podrían ser varones- pudieron saltar al agua de manera desesperada.

¿Quién dio la orden de entrar al mar en una pequeña zodiac? Esa era ayer una de las preguntas más repetidas en Barbate. El pueblo busca responsables en una historia con dos muertos pero muchas víctimas. A esa primera pregunta le sigue otra segunda: ¿Puede contradecirse una orden por muy descabellada que parezca? La cuestión es que la secuencia de los hechos sigue arrojando contradicciones según de quien parta el relato. Es como si esa cadena de mando que tanto pesa para algunas cosas quisiera eludir el bulto en un operativo que, a toro pasado,