Enviarse textos o imágenes subidas de tono, lo que se conoce como sexting, es una práctica que se dispara con la ubicuidad del teléfono móvil. Uno de cada siete menores de 18 años envía fotos o vídeos sexuales, y uno de cada cuatro los recibe, según una extensa revisión publicada en JAMA Pediatrics el pasado año. En España, uno de cada tres niños recibía mensajes de contenido sexual en 2016 cuando seis años antes la proporción era de uno de cada 10. La auténtica pesadilla comienza cuando esas imágenes abandonan el ordenador del destinatario.