El moderadito suele tener una magnífica opinión acerca de sí mismo. Hay que reconocer que se lo ponemos fácil: en nuestro mundo los listontos tienen muchas bazas para triunfar. El moderadito muchas veces es guapo o amable, y disfruta muchísimo de que todo el mundo esté de acuerdo con su amabilidad o guapura. No puede entender, pues, por qué la gente no se halla también completamente de acuerdo acerca de todos los demás aspectos de la vida. Cuando los humanos discrepamos sobre esto o aquello le fallamos, de algún modo, al moderadito.