Medios americanos, como Inc., parecen tenerlo claro: el 2018 será el año de gloria de los micro-influencers. Vamos, el de los creadores de contenido digital que normalmente no rebasan los 20.000 seguidores. Lo será porque las marcas se han dado cuenta de que son capaces de crear una comunidad de seguidores lo suficientemente importante como para ejercer influencia sobre ellos. Vaya, que ahora ya no es necesario ser millonario en followers para dictar qué se lleva y cómo se lleva.

La oportunidad del Microinfluencer ha venido tras la percepción de las marcas de la disminución del poder prescriptivo del Influencer Top, cada vez más publicitario. El Microinfluencer, con muchos menos seguidores pero no por ello menos activos, da la oportunidad de comunicar mensajes de forma más natural pero, de un tiempo a esta parte, muchos de ellos han convertido sus perfiles inmaculados en teletiendas sin criterio alguno. En cuestión de días vemos la foto en el regazo de las Instagramers con cuatro productos de cosmética diferentes...

Puede que la vida de los influencers esté llegando a su fin, o al menos eso es lo que parece según un estudio de Wharton School y Keller Fay Group. Dicho estudio revela que a día de hoy tienen más credibilidad los micro-influencers.