En 1986 dos jóvenes extremeños -hombre y mujer- sufrieron su particular calvario judicial por el hecho de besarse en un bar, un acto de amor honesto. Al Poder judicial no le gustó y fueron denunciados, encarcelados, juzgados y sentenciados por quienes vieron en su honestidad un delito de escándalo público. Como resultado Diego Sánchez Molina, joven arsense de 21 años, puso fin a su vida colgándose de una viga en el corral de su casa, antes de entrar en prisión.