La compañía dejó 800 puestos abiertos que no logramos cubrir por falta de perfiles". Quien dice esta frase es Fernando Abril-Martorell, presidente de Indra, ante un foro abarrotado de empresarios, inversores y políticos. A su lado, Francisco Riberas, presidente de Gestamp, asiente con la cabeza. Ambos están dibujando, sin saberlo, uno de los problemas más graves del mercado laboral español: el desajuste entre oferta y demanda de mano de obra.