Awa, de 40 años, recibió una llamada el 6 de junio desde Pandianga, un pueblo al este de Burkina Faso. “Me llamaron para decirme que los terroristas pararon un coche, hicieron bajar a todos los hombres, incluso al chófer, y los mataron”, explica esta mujer, cuyo nombre es ficticio para preservar su identidad. Entre las víctimas de los “hombres del bosque”, como se conoce a los terroristas, estaba su hermano. “Si tuviera 10.000 francos (15,26 euros), volvería a mi pueblo para estar con mi madre”, afirma.