Todo ocurrió en Babahoyo, en el centro de Ecuador, cuando un médico de un hospital de la ciudad declaró muerta a Bella Montoya por un presunto derrame cerebral. Luego fue metida en un ataúd y trasladada a una funeraria donde, después de cinco horas, el ataúd comenzó a sacudirse. Cuando abrieron el féretro se encontraron con la mujer luchando por respirar, todavía con la bata y la pulsera del hospital. "Mi madre empezó a mover la mano izquierda, a abrir los ojos, la boca; le costaba respirar", contó su hijo