Son de esas historias que, si te las cuentan, parecen sacadas de un concurso de monólogos. Una broma de mal gusto que, no obstante, ha pasado. Y lo ha hecho en Ansoáin. El bucle sobre el que se asientan los hechos comenzó el pasado 2 de septiembre de 2006, cuando un vecino de la localidad sufrió la sustracción de su vehículo y formuló la correspondiente denuncia ante las dependencias de Policía Municipal de Pamplona. Dos semanas más tarde, se le comunicó que su vehículo había aparecido en una ciudad de Dinamarca.