Parece que la impresionante pericia de Elon Musk —una combinación de riqueza, encanto cuidadosamente cultivado y abogados sobresalientes que lo ayudaron a salir ileso de innumerables escándalos— está comenzando a desmoronarse. Este es el asunto: los reguladores federales acaban de anunciar que la compañía privada de turismo espacial de Musk, SpaceX, ya no recibirá los casi US$ 900 millones en subsidios que recibió el año pasado porque la compañía "no pudo demostrar que podría entregar" el servicio de Internet que prometió.