Las cosas no son lo que son, sino lo que significan. Decirle a una mujer que sonría, dependiendo del contexto, es una manera de desacreditarla. De negar sus sentimientos o su propia capacidad de decidir su propio estado anímico. Cosifica a las mujeres y les insinúa que su tarea es hacer sentir a los demás -concretamente, a los hombres que las rodean- cómodos. Por si alguien aún duda: las mujeres no son un florero que hace bonito el mundo. Son, somos, personas.