En la encuesta de opinión nacional de dos días realizada tras el ascenso del Emperador Naruhito el miércoles tras 30 años de reinado de su padre, un 82,5% dijo sentir afecto por el emperador de 59 años, mientras que un 11,3% dijo que no. La tasa de aprobación del Gabinete del Primer Ministro Shinzo Abe se mantiene similar en un 51,9%, comparado con el 52,8% del anterior sondeo en abril. La tasa de desaprobación se mantiene en el 31,3%, ligeramente inferior viniendo de un 32,4%.

Durante la breve y solemne ceremonia del miércoles en la que el nuevo emperador de Japón, Naruhito (59), aceptó la espada sagrada, las joyas y los sellos que representan su derecho a sentarse en el trono, estaba flanqueado por sólo dos personas. Levantado a su derecha estaba su hermano pequeño, el príncipe Akishino. A su izquierda estaba su anciano tío, el príncipe Hitachi, sentado en una silla de ruedas. Fue una impactante evidencia visual de la acechante crisis existencial de la familia imperial: le quedan muy pocos herederos.

El nuevo emperador, Naruhito, se ha dirigido este miércoles al pueblo de Japón para decirles en su breve discurso de inauguración que permanecerá "al lado del pueblo".

"Era un mundo surrealista, como si el dinero saliera chorreando de los árboles". Cuando el emperador Akihito subió al trono en 1989, Japón, orgulloso de su milagro económico de posguerra, vivía en la euforia de la burbuja bursátil e inmobiliaria. Treinta años más tarde, ahora que termina la era Heisei con la llegada del nuevo emperador, el archipiélago es una potencia en declive. En los albores de una nueva era, bautizada "Reiwa" (bella harmonía), algunos confían en un nuevo comienzo.