Era una forma de vivir agradable. No había que pensar en ir a la compra: podías hacerla en la aplicación de Gorillas y te llegaba a casa a la hora convenida. Si te olvidabas, no había problema: a las 21:15 decidías si cenabas chino o pizza ante la aplicación de Glovo. No era solo la comida. Podías moverte por la ciudad ignorando completamente los taxis, el abarrotado transporte público y, por supuesto, sin tener que hacer la inversión de tu vida en un vehículo. Las posibilidades eran casi inagotables: los coches con conductor de Uber, las motos