Si el mundo entero reprodujese dibujos de Mahoma como lo está reproduciendo hoy, Charlie Hebdo no hubiera tenido la importancia fundamental que tiene. Una democracia necesita poner a prueba su tolerancia, porque detrás está su libertad. Esa tolerancia no se ejerce con quienes maldicen en bajito sino, entre otros, con quienes se burlan de lo más sagrado de cada uno, sea un dios o una madre. Charlie Hebdo le dice al yihadismo que en Occidente las reglas las ponen los ciudadanos, no los cielos.