Teniendo en cuenta que la infame dictadura de Franco comenzó con un motín apoyado por la aristocracia, los señores feudales, la todopoderosa Iglesia Católica y la flor y nata de nuestro Ejército Imperial, no deberíamos de extrañarnos de que El Caudillo, que salvó de “la quema y el exterminio” a los hijos e hijas de Cristo, sea reubicado en La Almudena.