Es bueno saber cosas y que te las cuenten bien (algo muy complicado), pero la divulgación está viviendo un proceso de descarrilamiento que, a estas alturas, ya resulta evidente. En este sentido, el intensito se ve a sí mismo como un predicador que ha de ejercer las 24 horas del día. Tiene unos conocimientos relativos de ciencia, ha de demostrarlo y ha de ilustrarnos continuamente, salvándonos así de nuestra ignorancia.