Rajoy presenta toda la apariencia de sufrir un trastorno bipolar, algo que incapacita para ejercer cualquier tipo de responsabilidad; Rajoy pasa de la depresión a la euforia, de parecer un zombi con la mente bloqueada en cuestiones elementales a la agresividad y a la negación de lo evidente. Es incapaz de razonar (Onda Cero), incapaz de dar un mitin (en Barcelona con Sarkozy, que se apresuró a llamar espantado a su amigo Aznar), y, ya el colmo, de cumplir sus obligaciones más urgentes como ir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.