Son civiles –aunque entre ellos podríamos hallar a no pocos oficiales de la inteligencia marroquí e incluso a miembros de organizaciones yihadistas– que han llegado hasta la reja que separa el territorio español del de Marruecos. Pero también forman parte de un calculado plan de invasión camuflada que Rabat lleva hace años llevando a cabo y que ahora ha decidido llevar al límite. El reino alauita procede siempre del mismo modo. Tira una piedra. Si no pasa nada, tira dos. Y así sucesivamente.

“La gente se acostumbra a la guerra. En el último combate los niños salían a jugar. ¿Se imagina a un niño de siete años esquivando las balas solo para jugar un videojuego?”, pregunta Mohammad Darwish, el dueño de un cibercafé en Bab al Tabbaneh, un vecindario de esta ciudad en el norte de Líbano.

Yihadistas del grupo Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) mataron a un hombre de 102 años y a miembros de su familia, de confesión alauí, en la provincia siria de Hama. El ataque se produjo el pasado jueves en la población de Zanuba, en Hama, donde los extremistas irrumpieron y atacaron a sus habitantes. En sus feudos del norte de Siria, el ISIL aplica la 'sharía' o ley islámica, y ha impuesto restricciones a los cristianos a cambio de "protección".