En España (¿en qué otro lugar si no?) se han propagado los primeros casos europeos de una enfermedad vírica, contagiosa, mortal en un 90% y aniquiladora de sus víctimas entre espeluznantes sufrimientos. Francia, Reino Unido, Países Bajos o Noruega han repatriado a víctimas del mal evitando contagios. En nuestro país, muy al contrario, comienzan a destaparse infecciones y por lo que vamos vislumbrando, las causas radican en una concatenación de errores de seguridad, protocolo y escasez de medios. En suma: chapuza, chapuza y chapuza.