Cuando pregunto a los manifestantes contra el Mundial por los motivos de su enfado, en sus respuestas siempre aparece alguna referencia a la llamada “Ley Budweiser”: cómo la FIFA presionó al gobierno de Brasil para que cambiase la ley y permitiese la venta de cerveza en los estadios. La venta de alcohol en los recintos deportivos brasileños estaba prohibida desde 2003.

Un estadio con 42.000 asientos para una ciudad sin un equipo de fútbol de primer nivel y cuyos clubes juegan en una liga, la amazónica, en la que el año pasado se registró una asistencia media por partido de apenas 500 espectadores. El campo, que ha costado nada menos que 270 millones de euros, está situado en el centro de la selva amazónica, un lugar al que los aficionados únicamente podrán llegar en avión o tras un viaje de varios días a través del río más caudaloso del planeta.

Una mirada a cómo lucían y cómo lucen en la actualidad los doce escenarios de la Copa del Mundo.

n estadio es una construcción cerrada con graderías para espectadores destinado a competiciones deportivas, que bien puede ser al aire libre o cubierto. El diseño y las características de los nuevos estadios deportivos están cada vez más orientándose hacia una máxima eficiencia energética, adoptando la tecnología solar y eólica para mejorar la sostenibilidad en las grandes ciudades. Enumeramos los 10 estadios deportivos más eficientes energéticamente del mundo mediante el uso de energías renovables.

La modificación urbanística que permitirá la reforma del estadio acaba en la sala del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que ha fallado en contra de la operación Chamartín, valorada en unos 20.000 millones de euros, el incremento de edificabilidad para El Corte Inglés y la construcción de pisos en la fábrica de Mahou junto al Calderón. El TSJM ha sido implacable.

Aunque se siguen construyendo edificios religiosos por todo el mundo, no es descabellado afirmar que los estadios de fútbol son las catedrales de nuestro tiempo. Templos monumentales que congregan a decenas de miles de personas en una liturgia común y colectiva, y que compiten con los museos por ver quién sostiene el verdadero estandarte del icono urbano. Así, su diseño ha dejado de ser obra de técnicos e ingenieros más o menos desconocidos para recaer sobre lo más florido de la aristocracia arquitectónica mundial