"La empatía es, a día de hoy, el mayor enemigo del fundamentalismo de mercado. La empatía nos impide comportarnos como agentes individuales racionales maximizadores de nuestro propio bienestar y eso, aunque parezca una exageración, invalida todos los modelos de predicción económica de los tecnócratas. De igual modo, mina los fundamentos filosóficos de nuestro sistema legal e impide que el contractualismo esté legitimado sin traba alguna: usted firmó un contrato, es su responsabilidad y debe cumplir, independientemente de su situación..."