A partir de octubre nada más y nada menos que 1.100 pasos de cebra, repartidos por 21 distritos de Madrid, van a llenarse de versos de espontáneos sobreexcitados, de aspirantes líricos con traumas infantiles, de escritores wannabe en busca de casito, y yo estoy temiendo ya por las venillas de mis globos oculares, que a veces lloran sangre como las vírgenes de Cuarto Milenio.