La celebración del Atlético de Madrid se descontroló en la salida de los jugadores del José Zorrilla. La plantilla rojiblanca, camino al bus, se acercó a la afición desplazada a Valladolid, que vivió el partido en los aledaños del estado. Todo parecía correcto, con cánticos y algún abrazo, pero la masa, presa de la euforia, se volcó sobre los suyos sin respetar las medidas de seguridad y obligando a la policía a actuar para separar a los fans del equipo de Simeone.