“Está permitido colarse, zancadillear, traicionar, espiar, robar y mirar para otro lado en caso de incendio en casa del enemigo. No siempre se firma con el nombre de verdad, ni el seudónimo tiene que obedecer a la misma persona; no siempre se llama en nombre de quien se dice representar ni tampoco se representa a quien se quiere llamar”. Estas líneas las firma Miguel Ángel Rodríguez (MAR). Las escribió hace seis años, cuando andaba aburrido y de capa caída, cuando su teléfono dejó de sonar, cuando con los 50 ya cumplidos...