Ese disco negro, con surcos, usualmente de 30 centímetros de diámetro, se dio muchas veces por muerto, enterrado y desplazado por el CD y, ahora, por los archivos mp3. Pero, no, sigue muy vivo y vea quiénes lo compran.
Hay dos razones fundamentales para la artista; primero, que para muchos es la única forma que tienen de sobrevivir; segundo, que el castigo contra ellos es absolutamente desproporcionado.