El 31 de marzo de 2016, un niño de dos años cayó a un pozo de 90 metros en la localidad de Weifang, al este de China. Debido al estrecho diámetro del pozo (27,9 centímetros) que impedía la entrada del personal, el equipo de bomberos optó por introducir un sistema de cuerdas de rescate. Finalmente, el niño logró alcanzar una de ellas y fue, poco a poco, elevado hasta la superficie en una difícil maniobra. Dos horas y media después de su caída, el menor fue rescatado sin heridas de consideración.