Iglesias, o eso parece, es un pragmático inquietante. Ha llegado a la conclusión de que, en su caída, el muro de Berlín se ha llevado por delante la diferenciación entre izquierdas y derechas y él, que se define marxista, se ha dado cuenta de que desde la izquierda no se va a ninguna parte porque la mayoría social no se ha criado en esos valores y, todo lo más, comparte unos principios comunes sobre lo justo y lo injusto.