Rajoy es de los que no abandona a los amigos y de ahí que haya decidido que el pobre Soria se convierta en director ejecutivo del Banco Mundial, un simple puesto de funcionario por el que el exministro se embolsara 226.000 euros al año libres de impuestos, una manera sutil y efectiva de desengancharle de Panamá y de Jersey, en cuyas barras siempre terminaba acodado Soria cuando se enfrentaba al reto de pasar por la caja de Hacienda.