El arquitecto Santiago Calatrava visitó Castellón en diciembre de 2007 para firmar con el expresidente del Consell, Francisco Camps, y el entonces alcalde, Alberto Fabra, el compromiso de levantar un edificio emblemático en la ciudad. “En realidad no sé cómo será, pero será trascendente”, dijo. Acto seguido cogió un rotulador y dibujó una mujer sentada en el suelo y con una paloma en la mano.El edificio, llamado Centre de Convencions, no pasó de ahí, pero Calatrava se embolsó 2,7 millones por los estudios.