El capitalismo tiene una larga historia de movimientos y fuerzas políticas que lucharon por su renta disfrazada de derechos. Hoy no hay corporación, partido político ni medio, por ejemplo, que no haga uso y usufructo de la "lucha por derechos" de las mujeres en beneficio propio y, en la gran mayoría de los casos, para esterilizar focos de disidencia hacia terrenos más manejables en los que todo se reduzca a una dicotomía entre feminismo y machismo, donde todos choquen por igual con grandes elefantes blancos paseándose por enfrente.