La industria televisiva se materializa en el grito de las cinco puntas- ¡italianas!, grita el Dante posmoderno; lector de revistas rosas y amarillas-, elevadas a los cien mil euros del profeta. El profeta del Arquitecto del rectángulo tridimensional: la caja tonta, en la cual el Arquitecto es John de Mol (¿Zeppelin?, susurra la lectora de Adorno a su vecina del cuarto); la productora es el hilo carnívoro entre el profeta y Dios. La responsabilidad de profetizar, difundir los evangelios (gritos, celos, vulgares escupitajos sobre el mandato guion