Incluso tras las rejas Navalny era una amenaza real para Putin, porque él era la prueba viviente de que el valor es posible, que la verdad existe, que Rusia puede ser una clase diferente de país. Para un dictador que sobrevive con mentiras y violencia, esa clase de desafío era intolerable. Ahora Putin se verá forzado a luchar contra la memoria de Navlny, y esa es una batalla que nunca ganará.