En concreto, esta contribución total, entendida como el porcentaje de los beneficios que las empresas dedican al pago de los impuestos obligatorios, tales como el Impuesto sobre Sociedades y las cotizaciones sociales, entre otros, es del 47%, unos siete puntos por encima de la media de la OCDE (40,3%), de la UE (39,3%) y ligeramente superior al del grupo de los 20 países industrializados del mundo (46,6%).