Parece que cuando Pablo Iglesias twitea cosas como “ (...) El trabajo de los artistas, como la política, debe ser objeto de crítica, de sátira, de burla o de beef, nunca de censura” se refiere a todos menos a su pareja. Su pareja es intocable. Queda fuera de todo derecho a sátira, como ya se demostró al condenar a un juez por escribir un poema satírico sobre ella y publicarlo en una revista profesional. Nada menos que 70.000 euros tuvo que pagar el buen hombre por una sátira, una ficción jocosa, una interpretación irónica de la realidad.