“Metemos cada día las manos en la mierda y ayudamos a salvar el planeta”. Lorena Pastoriza, una de las personas más respetadas del asentamiento 8 de Mayo, siempre ha vivido en un barrio que nació en la basura, creció en la basura y come gracias a la basura. Esto último, a veces, es literal. Coordina la cooperativa Bella Flor, dedicada al reciclaje de residuos en un gigantesco vertedero al norte de Buenos Aires. La tarea de los cirujas, el término que reivindican, es dura e insalubre. Pero permite mantener la dignidad en un entorno miserable.