Tras un enero y febrero con temperaturas normales, España ha tenido un marzo y abril muy calurosos y está sufriendo una severa sequía. Como siempre, los que han hecho del cambio climático su modus vivendi han aprovechado la circunstancia para retomar la antigua denominación de “calentamiento global” y asustarnos con el apocalipsis que nunca llega. Ya saben: cuando se producen olas de frío (como Filomena en 2021) lo atribuyen a una borrasca pasajera, pero el calor siempre es cambio climático.