El sistema de salud pública de Venezuela, alguna vez uno de los mejores en América Latina, hace años que se encuentra en un estado decadente, paralizado por una economía en quiebra y a cargo de un gobierno cada vez más autoritario. Pero pocos aspectos de dicho sistema han resultado tan dañados como las maternidades, donde el equipo más crucial para el parto —monitores de signos vitales, ventiladores, sistemas de sanitización— se ha malogrado o ha desaparecido, algo que veces obliga a los médicos a negar atención a las mujeres.