A primera hora de la mañana, cuando el desfile de los procesados, frente a la puerta de la Audiencia Nacional, sólo había tres manifestantes en contra de las tarjetas black. Eran preferentistas. Uno perdió 36.000 euros; el otro, 50.000, tiene cáncer y sigue acudiendo a las protestas. Tenían el discurso asumido, grabado a fuego, recibieron un golpe que cristalizó en obsesión y se han quedado atascados, mascullando protestas.