Al bar con separaciones, a la playa en casitas de metacrilato y haciendo cola para entrar en el agua o al restaurante sentados con una barrera al frente, como en la sala de visitas de una prisión. La imaginación no falta, incluso en tiempos de coronavirus, principalmente por parte de los titulares de actividades económicas que llevan dos meses cerradas y con una temporada veraniega a las puertas que se anuncia serena y calurosa.