Dicen que la venganza se sirve fría, pero no tiene por qué ser siempre así. De hecho, acabo de toparme de bruces con un ejemplo que ilustra que la venganza, además de asquerosa, también puede servirse calentita. Un profesor de guardería chino, molesto por considerarse despreciado por sus compañeras féminas, tomó la decisión de castigar esa presunta falta de respeto orinando en los termos de té de los que ellas bebían