Hace 42 años, cuando los generales soviéticos se encontraron en un país vecino, ni siquiera se molestaron por brindar alojamiento básico a sus unidades. Se presuponía que derrotarían con rapidez a los guerrilleros islámicos y volverían a sus bases. Poco tiempo después, resultó evidente que los barbudos muyahidines eran sólo la punta del iceberg y detrás de ellos había recursos provenientes, entre otros, de EE UU, Arabia Saudí, China, Pakistán, Egipto, Israel y otros países que aprovecharon al máximo la oportunidad para declarar una guerra de de