Uno puede prohibir algún tipo de ropaje por educación, falta de civismo, incitar a la violencia o al odio, pero todo suena mejor si dices que te ha inspirado Dios. Franck Goodman así lo pensó y, tras, según sus palabras, recibir un mensaje divino, decidió que en su pequeño pueblo de Alabama (EEUU) en el cual es concejal la moda de los pantalones caídos debía acabar. Si se lo había dictado Dios no debía hacer otra cosa que actuar. Parece que lo de prohibir las minifaldas y los pantalones muy cortos también se lo debió comentar.